La Inteligencia Artificial en la educación: ¿Aliada o amenaza?

 La Inteligencia Artificial ha comenzado a integrarse en múltiples ámbitos de la 

sociedad y el sector educativo no es la excepción. Plataformas de enseñanza con 

algoritmos adaptativos, asistentes virtuales y herramientas de corrección automática 

son solo algunas de las aplicaciones que ya se están utilizando en aulas de todo el 

mundo. Sin embargo, esta transformación ha generado tanto entusiasmo como 

preocupación. ¿Debe la Inteligencia Artificial reemplazar al docente humano o ser un 

apoyo complementario? En este texto sostenemos que la Inteligencia Artificial debe 

ser usada como herramienta complementaria en la educación, sin llegar a sustituir al 

profesor, pues analizaremos sus beneficios, riesgos y el rol indispensable del 

profesorado.


Uno de los mayores beneficios de la Inteligencia Artificial en la educación es su 

capacidad para personalizar el aprendizaje según las necesidades de cada estudiante. 

Gracias a los algoritmos adaptativos, los sistemas educativos pueden ajustarse al 

ritmo, estilo de aprendizaje y nivel de comprensión de cada alumno. Según Mora 

Zambrano (2024), estas herramientas mejoran significativamente la personalización y 

el rendimiento académico. Esto demuestra que la Inteligencia Artificial puede ser una 

aliada poderosa para mejorar la calidad educativa, brindando a cada estudiante una 

experiencia única y adaptada a su perfil.


No obstante, el uso excesivo de la Inteligencia Artificial en la educación también 

plantea riesgos importantes. Una de las principales preocupaciones es que puede 

inhibir el desarrollo del pensamiento crítico y la autonomía del estudiante. SÁNCHEZ 

MEDINA, VALLEJO ÁLVAREZ y PARRA MORENO (2023) advierten que depender 

demasiado de herramientas inteligentes puede disminuir la capacidad de análisis y 

reflexión propia del alumno. Por ello, es fundamental promover un equilibrio entre el 

uso de la tecnología y el fomento de habilidades cognitivas independientes, para no 

formar estudiantes pasivos que dependen de una máquina para pensar.


Además, la incorporación efectiva de la Inteligencia Artificial en el aula requiere que los 

docentes estén adecuadamente capacitados. No se trata solo de usar tecnología, sino 

de integrarla de manera ética, crítica y pedagógicamente válida. La UNESCO (2025) 

resalta la importancia de formar al profesorado para enfrentar los retos que conlleva la 

educación con Inteligencia Artificial. Si los docentes no reciben la preparación 

necesaria, existe el riesgo de un uso inadecuado que aumente las desigualdades 

educativas y disminuya la calidad del proceso de enseñanza-aprendizaje.


En conclusión, la Inteligencia Artificial representa una herramienta poderosa para 

mejorar la educación, especialmente al personalizar el aprendizaje. Sin embargo, 

también implica riesgos, como la pérdida de pensamiento crítico y la deshumanización 

de la enseñanza si se utiliza sin una reflexión ética. Por eso, su uso debe ser 

responsable y siempre acompañado del criterio humano del docente. ¿Estamos 

preparados como sociedad para educar con inteligencia artificial sin perder el sentido 

humano de la enseñanza?



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